Nos dimos una ducha en nuestro fantástico baño con hidromasaje y, como nuevos, nos fuimos a desayunar. Pero tuvo que ser en una cafetería cercana al hotel, porque en esta ya se había acabado el tiempo para los desayunos. Nosotros, no entendíamos cómo los americanos podían despertarse tan temprano aún estado de vacaciones y, sobre todo, cómo podían hacer esos desayunos tan copiosos, cuando los españoles siempre hemos sido más de café y tostadas.
Finalmente entramos en la cafetería e hicimos un poco de hambre. Mi madre, la más golosa, se decidió por unas tortitas con sirope y para beber, café. Mi padre y yo, que siempre hemos sido más de salado que de dulce, nos deleitamos con un plato de huevos revueltos con bacon y, dos zumos de naranja para acompañar.
Cuando terminamos de desayunar, decidimos coger un taxi para dirigirnos al centro de Nueva York y empezar nuestra ansiada ruta turística.
Esta vez, empezamos a lo grande y decidimos visitar parte de La Quinta Avenida (como podréis comprobar era imposible que visitáramos dicho lugar en un solo día, ya que la calle cruza Nueva York de norte a sur). Después de esperar unos minutos de trayecto, el taxi nos dejó muy cerca de Central Park, pero antes de entrar al parque, nos dimos cuenta de que a su alrededor, habían muchas tiendas que tenían muy buena pinta y decidimos visitarlas después del parque.
Cuando entramos, nos quedamos fascinados por la belleza natural de aquel lugar. Tanto, que decidimos sentarnos a admirar las vistas. Una vez admirada aquella parte del parque llena de paz, armonía y tranquilidad, decidimos levantarnos y dar un paseo. Durante el paseo y, con unas hermosas vistas durante el sendero, llegamos hasta Belvedere Castle, un precioso castillo famoso por las vistas que se dan desde él de la gran manzana. La verdad, es que no habíamos visitado ningún lugar tan especial e impactante a la vez. Su interior, era precioso y delicado, como si de algún noble se tratase y, las vistas de Nueva York desde su exterior, eran impresionantes.
Se nos hizo tarde con tanta admiración y, finalmente decidimos irnos a comer a algún lugar cercano.
En este caso, no nos hizo falta irnos muy lejos y, recorriendo el parque nos dimos cuenta de que había un restaurante que recibía el nombre de Central Boathouse. Estaba rodeado de un lago precioso que pudimos recorrer después de comer algo. Esta vez no teníamos mucha hambre porque habíamos desayunado medianamente tarde y, decidimos pedirnos un sanwich de pollo con ensalada, acompañado de patatas fritas mientras disfrutábamos de las preciosas vistas del lago. Cuando terminamos de comer y, después del café, decidimos deleitarnos con ese paseo en barca que tanto nos habíamos prometido. La verdad es que nos quedamos anonadados con tanta belleza junta y, con la de fauna y flora que pudimos observar en aquel pequeño paseo.
Finalmente, nos dimos cuenta de que la barca había terminado su trayecto e impresionados por la belleza y magnitud del parque, decidimos salir de él para irnos de tiendas (o de shopping como dirían ellos).
Aquí podéis ver, lo precioso que es Central Park, en todos los sentidos.
Este es el castillo que visitamos. Se llamaba Belvedere Castle y, las vistas desde él eran espectaculares.
Este es el restaurante al que fuimos a comer. Se denominaba Central Boathouse y estaba al lado del río Manhattan. Después de comer, pudimos dar un pasea en uno de los barcos del restaurante.
Este es el restaurante visto por dentro. Sinceramente impresionante.