24/5/15

Día 4. De camino a San Francisco

Ese mismo día, nos preparamos bastante bien porque desde luego, iba a ser un día duro (al igual que los días que venían detrás de este). Nos levantamos pronto (sobre las 6:30h), recogimos nuestras maletas y pertenencias y, sobre las 7:15h ya estábamos en el comedor desayunando. Esta vez, incluso mamá, que como ya sabemos, siempre ha sido más de dulce que de salado, se decantó por un plato más fuerte de lo habitual y, nos acompañó con un plato de huevos revueltos con bacon y, zumo de naranja.
Una vez terminados de desayunar (sobre las 7:55h), cogimos un taxi que nos dejaría en la estación de trenes a la que nos acostumbraríamos a ver bastante durante unos cuantos días, ya que desde Nueva York a San Francisco, se tarda en tren alrededor de 3 días y 4 horas.

A las 8:30 de la mañana, finalmente cogimos el tren que nos llevaría hasta Chicago (ya que obviamente no podíamos hacer dicho viaje sin descansar y de seguido). Desde Nueva York tardaríamos en llegar a Chicago 19 horas.
Durante las primeras horas, la verdad, es que no hicimos mucho ya que pensábamos que no se nos iba a hacer tan pesado el trayecto. Finalmente, tras el cansancio de no hacer nada optamos por entretenernos con alguna cosa, más que nada para matar el tiempo.
Mamá, decidió seguir con el libro que se estaba leyendo y, mientras tanto, papá y yo nos decantamos por ver las fotos que había hecho durante nuestra estancia en Nueva York. En ellas encontramos fotos de todo tipo. Desde nosotros posando y haciendo el tonto, hasta aquellas de los edificios y lugares más emblemáticos (ya comentadas anteriormente).

Cuando nos cansamos ya de leer y de ver fotos y, una vez terminados de comer, decidimos ver una película a modo de relax. Y, así lo hicimos. La verdad es que con la película estuvimos bastante entretenidos, ya que era de acción y de amor y, gracias a ella, no estuvimos pensando en el tiempo que nos quedaba por aguantar en ese pesado tren. Cuando se terminó dicha película, decidimos que lo mejor sería ver otra puesto que aún nos quedaban varias horas hasta llegar a Chicago. Finalmente, cuando ambas películas habían terminado,  decidimos que lo más oportuno sería dormir un rato, puesto que ya no sabíamos qué más hacer y nos estábamos empezando a aburrir bastante de "no hacer nada".

Finalmente, el bullicio de la gente nos despertó y nos dimos cuenta de que habíamos llegado a nuestro primer destino o, más bien, a nuestra primera parada. Eran alrededor de las 3:30h cuando llegamos a Chicago, y entre el follón de las maletas, el cansancio acumulado y la tantísima gente que había en dicho lugar, no llegamos al motel hasta las 5:30h de la mañana. En él pudimos descansar y reponer fuerzas unas cuantas horas, para poder visitar "al día siguiente" algunos de los sitios más emblemáticos de dicho lugar.
Tras haber descansado unas cuantas horas y haber recuperado todo el sueño que habíamos perdido durante el trayecto, nos levantamos para seguir con nuestra aventura.

Eran alrededor de las 13:30h de la tarde cuando nos despertamos y, tardamos alrededor de una hora en salir del motel porque decidimos ducharnos y arreglarnos un poco. Cuando salimos del motel, nos fuimos directamente a algún restaurante que estuviera abierto para comer algo. Vimos que cerca del motel había una hamburguesería, muy típica del lugar, que tenía muy buena pinta y, allí nos fuimos. La verdad es que la comida nos supo a gloria ya que era tarde y teníamos muchísima hambre. Cuando terminamos de comer, decidimos tomarnos un café en un lugar diferente, más que nada para ir conociendo poco a poco el lugar. Teníamos muchas ganas de dulce y vimos que había un Starbucks cerca y, allí que nos fuimos. Mi madre, a la que le encantaba todo aquello, se pidió un café con chocolate y una tarta con chocolate también. Nosotros, menos golosos, nos decantamos por un capuccino y algún que otro bocado de esa maravillosa tarta de chocolate.

Al final, cuando terminamos con el postre, decidimos coger un taxi otra vez a la estación de tren, pero esta vez para admirarla más de cerca ya que cuando salimos de esta, aún estando bastante cansados, nos quedamos anonadados por su belleza. Cuando volvimos a entrar a la estación, volvimos a recordar lo bonita que era esta y lo bien construida que estaba. Resultó ser la estación central de todos los trenes de Chicago y se hacía llamar Chicago Union Station. Tenía pinta de haber sido construida hace mucho tiempo, pero aún así era digna de ver ya que era enorme, estaba muy bien construida y, sus preciosas escaleras nos encantaron. También, nos contaron que en ellas se habían grabado numerosas películas y, nosotros por un momento sentimos mucha suerte ya que si no hubiéramos parado en Chicago no las habríamos visto, ni a las escaleras, ni a dicho lugar.




Estas son las fotos que tomamos de la estación de Chicago.

Una vez admirado dicho lugar tan peculiar, decidimos hacer un poco de turismo, ya que a las 12:30h deberíamos volver al tren para seguir con nuestro trayecto.
Cuando salimos de dicho lugar, decidimos coger un taxi para dirigirnos al Skydeck Chicago. La verdad, es que antes de emprender el viaje quise asegurarme de que no perdíamos el tiempo durante nuestra pequeña estancia en Chicago y, uno de los sitios que más me llamó la atención fue este ya que con él podríamos admirar las preciosas vistas de dicho lugar desde una perspectiva diferente. Finalmente, cogimos un taxi y tardamos alrededor de 5 minutos en llegar a dicho lugar. Resultaba que aquel lugar se encontraba en lo más alto de la torre Willis, siendo esta la más alta del hemisferio occidental. Cuando llegamos al edificio, nos dimos cuenta con nuestros propios ojos de lo que habíamos leído previamente. La verdad es que quedamos alucinados ya que junto al Empire State Building, nunca habíamos visto un edificio tan alto y tan bonito. Esta vez lo que más nos llamó la atención era lo moderno que parecía, como si realmente hubiera sido construido hace muy poco y, sobre todo, lo bien construido que parecía.
Mi padre, como padecía algo de vértigo, decidió no subir a admirar las vistas del lugar y prefirió quedarse en un café "tomándose algo". Mi madre y yo, más aventureras, sí que decidimos subir.

La verdad, es que no sabíamos que el Skydeck, dentro de dicha torre, se encontraría a tanta altura, pero sí que lo estaba. Conforme íbamos subiendo pisos con las demás personas que iban a visitarlo nos íbamos dando cuenta. Finalmente, llegamos a la planta número 103 que nos llevaría al observatorio. Cuando llegamos nos quedamos realmente impresionadas; más que nada por la altura (estábamos a 412 metros de altura) y por todo lo que pudimos ver desde allí. Nos preguntaron si queríamos salir a The Ledge, un balcón acristalado en el cual podríamos disfrutar de unas vistas de ensueño y aceptamos sin ninguna duda. La verdad es que disfrutar de esas vistas desde ese maravilloso cristal no tuvo precio ,ya que parecía que te encontrabas en el mismo cielo, pero he de admitir que tenías que ser un poco valiente para hacer lo que mi madre y yo hicimos. Desde él, pudimos ver muchas de las atracciones de Chicago y, en el horizonte, Michigan, Wisconsin, Indiana y Illinois (aunque estas, desde una forma muy poco nítida porque estaba anocheciendo).
Esta es la torre Willis, en la cual se encontraba la zona del Skydeck Chicago.


Estas son las vistas desde el Skydeck Chicago.


Este es un video en el que podréis comprobar las preciosas vistas que hay desde the Ledge, en el Skydeck Chicago, situado en la torre Willis. Es muy digno de ver.

Como era ya prácticamente la hora de cenar y teníamos que estar con antelación en el tren, decidimos que ya era hora de bajar al mundo real para explicarle a papá todo lo que habíamos visto, además de enseñarle la infinidad de fotos que nos habíamos tomado desde esa perspectiva.
Cuando llegamos al bar y le que contamos todo lo que habíamos visto, se quedó alucinado y con una envidia sana, después de ver todas las fotos nos dijo que seguro que no sería para tanto.
Después de una pequeña charla de todo lo que habíamos visto y un refresco de por medio, decidimos marcharnos a cenar, ya que se nos había hecho tarde y, por antojo de mi madre, decidimos ir a algún lugar que sirviera comida oriental o japonesa. Descubrimos que había un restaurante no muy lejos de donde nosotros estábamos que tenía muy buena pinta y, tras la llegada del taxi, llegamos a este en seguida. Dicho restaurante recibía el nombre de Hot Woks Cool Sushi.

La verdad es que disfrutamos bastante en ese sitio ya que te hacían la comida en el wok en el momento, y el sushi y el sashimi era totalmente fresco. Después de la maravillosa cena con la que tanto habíamos disfrutado y del postre; decidimos que ya era hora de coger un taxi para llegar a la estación de tren, porque en una hora, saldríamos a nuestra siguiente parada.

Cuando llegamos a la estación, el tiempo se nos pasó volando ya que estuvimos comprando algunos refrescos y algo de comer en algunas de las tiendas que se encontraban en la estación y, finalmente, cuando fueron las 12:30h entramos al siguiente tren en el cual intentamos descansar y entretenernos lo mejor que pudimos.
¡EL VIAJE ESTABA SIENDO MUY INTENSO!


Ana Gasent.

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