30/5/15

Día 7 (parte I). Final del viaje, parada en Richmond y llegada a San Francisco.

Después de dormir toda la noche, aunque a cabezadas, el sol de la mañana, nos acabó por despertar a los tres a una hora muy temprana. Supongo que estábamos con un poco de desquicio por las muchas horas seguidas sentados en el tren. Ya ningún sitio me servía de entretenimiento. Quería llegar ya a San Francisco. Estaba hasta el moño del dichoso tren, aunque poco a poco me fui relajando ya que hoy, por fin, podríamos disfrutar de nuestro destino.

Unas horas después, sobre la hora de comer, nos dimos cuenta de que ya estábamos muy cerca de San Francisco porque vimos el mar, numerosas islas y bahías. Fue entonces cuando me di cuenta que aquellas infinitas horas habían terminado. La ilusión empezó a recorrer todo mi cuerpo, y sin pensarlo, abracé a mi madre con gran énfasis y alivio. Me encantó que mi madre me devolviera la sonrisa con la misma ilusión que yo; mientras tanto, mi padre intentaba calmar el ambiente.

Finalmente, llegamos a la estación de Richmond, donde cogimos un metro en dirección a Fremont. No tenía palabras para describir las ganas que tenía de volver a pasear mis piernas después de tanto tiempo. Parecían incluso un poco atrofiadas de tantas horas habiendo estado sentada. Ahora ya venía la mejor parte de todo... Ha sido duro, pero ha valido la pena.

Una vez que llegamos a Fremont, tomamos un tranvía que nos condujo atravesando Oakland hasta llegar a San Francisco. ¡Por fin vamos a empezar a disfrutar este nuevo mundo! Ya daba igual el cansancio, porque... ¡la ilusión nos superaba a los tres!

Ana Docavo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario