31/5/15

Día 10 (parte II). Seguimos en el aeropuerto de San Francisco

Ya habiendo desayunado, nos fuimos a dar vueltas por el aeropuerto.
A mi no me sentó demasiado bien el desayuno... Quizás sería el cansancio acumulado y el pequeño malestar que tenía desde la madrugada, que me hizo tener un poco de ardor.

A los pocos minutos se me pasó, gracias a unas pastillas que tenía mi madre en su bolso.
Cuando salimos a la parte de fuera del aeropuerto, vimos a lo lejos a una pareja que se despedía desconsoladamente; y es que, por lo visto, el chico era de Francia  y había ido a visitar a su novia que estaba de Erasmus en San Francisco.


Ya quedaban 20 minutos para despegar, así que fuimos apurando un poco el tiempo de embarque y rápidamente fuimos haciendo cola para entrar ya en el avión.
Los controles de seguridad eran máximos y muy minuciosos, pues parecía ser que unos días atrás habían incautado droga a unos extranjeros y las fuerzas de seguridad eran bastante estrictas, por lo que los controles se hacían muy largos.
La pasarela que une la salida del aeropuerto hacia el avión que se toma, se me hacía interminable... Por un momento se me pasó por la cabeza una locura: volverme atrás sin decirles nada a mis padres y quedarme allí para siempre. Pero no. La bronca que tendría cuando me detuvieran para no seguir mi camino hacia atrás, iba a ser bonita...

Ya está. Ya no había marcha atrás. Pisamos la entrada del avión, y ya nos cruzamos con la azafata que indica tu asiento asignado. Era irremediable.
Había mucha gente ya sentada en sus asientos, y pude ver al final del avión a una madre con su hijo al lado, de unos 8 años, dándole una revista que había en el asiento de los pasajeros de delante.

Menudo viaje de vuelta me iba a esperar...


Mónica Morell.

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