17/5/15

Día 3 (todavía en Nueva York). Visita a la Estatua de la Libertad

Una vez descansados y con toda la tarde por delante, decidimos ir a visitar a la Estatua de la Libertad (monumento que a nuestro parecer, no podía faltar en un viaje a Nueva York).
Sobre las 17:00h, decidimos coger un taxi desde el hotel (cercano al Laguardia Airport) , hasta Battery Park, lugar que se encontraba al sur de Manhattan. El trayecto duró alrededor de 27 minutos, porque había bastante tráfico.
Una vez llegamos a Battery Park, nos dirigimos al muelle y, finalmente cuando llegamos,  decidimos coger el ferri de las 18:20h (el único ferri que había libre con la cantidad de gente que había esperando a zarpar) que nos llevaba directamente hasta dicho monumento. Apenas, desde dicho lugar, se podía contemplar la estatua porque se encontraba muy lejos de nosotros, pero mis padres y yo, incluso antes de verla pensamos que debía ser majestuosa, porque representaba a una nación preciosa y rica, en todos los sentidos.
Finalmente, llegó la hora de zarpar, y tras la ansiosa espera, así lo hicimos. Conforme nos íbamos acercando a la Isla de la Libertad y, sobre todo a dicho monumento, nos íbamos percatando de que era nada más y nada menos que una maravilla de la arquitectura y, cuando llegamos casi a dicho lugar, nos quedamos alucinados por su tamaño colosal y, sobre todo, por lo bonito que era.
(Esta es una imagen que tomamos durante nuestro precioso trayecto. Las vistas eran excelentes y, el monumento de fondo más aún.)

En fin, cuando logramos desembarcar en la Isla de la Libertad (que nos dejó casi al lado del monumento) y, tras unos minutos para la observación de la estatua, (en los que nos pudimos percatar de su majestuosidad, desde abajo hasta arriba, y de los pequeños detalles que la hacían única), nuestro anfitrión nos empezó a dar una serie de datos históricos sobre esta.
Nos contó que la estatua de la libertad se inauguró en octubre de 1886 y fue un regalo de los franceses para conmemorar los 100 años de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América. También, nos dijo que en 1994 fue declarada patrimonio de la humanidad y, lo más importante, que en su diseño participó Gustave Eiffel, arquitecto de la propia Torre Eiffel.
Por último, nos comentó que dicho monumento medía 46 metros de altura y 93 si contábamos con su base.
Una vez transmitida dicha información (muy importante a nuestro parecer para conocer la historia de la estatua), el anfitrión, nos condujo a la entrada del monumento con el objetivo de entregar el ticket para acceder al monumento. Nosotros, precavidos y tras haber navegado en Internet para informarnos un poco de lo que era dicha visita, decidimos encargar por Internet los tickets para poder acceder a dicho lugar, porque por lo que leímos si no lo hacíamos con antelación no podríamos entrar. Hubieron muchos que no se informaros en sus casas y, tuvieron que quedarse fuera esperando a que llegara el ferri de vuelta.
Foto de la estatua de la libertad vista desde fuera.


Una vez estábamos dentro, y tras una espera de 15 minutos, finalmente llegamos al mirador de la corona (reabierto al público después del atentado del 11 de septiembre) en grupos de diez en diez. En este pudimos comprobar lo bonito que era el mar y, sobre todo las vistas que habían en dicho lugar. Durante la visita, también pudimos comprobar a lo lejos, el sur de Manhattan y algo de Nueva York. La verdad es que nunca nos podríamos imaginar que estaríamos dentro de un lugar tan magnífico y que podríamos ver lo mismo que vio es arquitecto Eiffel, cuando la construyó. Las vistas, eran sinceramente preciosas y muy dignas de ver.
Finalmente, nuestro grupo decidió que ya era hora de bajar al mundo real y así lo hicimos. El ferri, ya listo para zarpar, nos recogió y no tardamos mucho en llegar a Battery Park. Como ya era tarde, (alrededor de las 21:30h), decidimos pararnos a cenar algo en dicho lugar y, andando nos topamos con un restaurante llamado Blue Smoke Battery Park City. En este pudimos deleitarnos con la mejor carne a la brasa comida en mucho tiempo y, después de un café y un pequeño paseo por la ciudad, decidimos irnos al hotel a descansar ya que al día siguiente nos esperaría un día duro.


Ana Gasent.

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